Los ecosistemas de la finca El Cerro - 3

Estos días estoy escribiendo la información que he ido recopilando en las últimas 3 décadas sobre los ecosistemas y especies presentes en la finca El Cerro. En la finca hay 5 ecosistemas principales:

1) Matorral-rosetal del cañón
2) Bosque húmedo y maduro de la quebrada alta
3) Bosque semihúmedo de encenillos de las laderas altas
4) Bosque joven de las laderas bajas
5) Pastizales y áreas abiertas alrededor de la casa y huerto

Voy a ir publicando, en forma sucesiva, la descripción de cada uno de estos ecosistemas. Inciando con el del cañón de la finca. En esta ocasión sobre el bosque que ocupa la mayor parte de las laderas altas de la finca, dominado por encenillos.

BOSQUE SEMIHÚMEDO DE ENCENILLOS DE LAS LADERAS ALTAS
Este tipo de bosque, que cubre la mayor parte de las laderas altas de la finca, crece sobre terrenos bastante inclinados, a menudo con pendientes que exceden los 45 grados. El suelo es rocoso y ácido, relativamente poco profundo. Estas condiciones limitan el desarrollo del bosque, que, década tras década, se mantiene de porte modesto. El dosel apenas alcanza entre 5 a 12 m de altura y son raros los árboles que superan los 30 cm de diámetro del tronco.

La especie dominante es el encenillo (Weinmannia tomentosa). Otras especies de árboles y arbolitos particularmente comunes son el cucharo (Myrsine cf. pellucida), mulato (Ilex kunthiana) y romero de monte (Diplostephium rosmarinifolius). También hay presencia de raque (Vallea stipularis), chucua (Viburnum tinoides), laurel de cera (Morella parvifolia), mano de oso (Oreopanax incisus), cucharo espadero (Myrsine coriacea) y tagua (Gaiadendron punctatum).

Las trepadoras más grandes están representadas por especies como Smilax tomentosa, Smilax domingensis, Valeriana clematitis, duarte (Pentacalia americana), clavellino (Mutisia clematis) y colmenero (Llerasia lindenii). También por especies menores, de tallos volubles o apoyantes como el bejuco blanco (Oligactis sessiliflora), Alloispermum pachensis, Baccharis bogotensis, Bidens rubifolia, Fleischmannia klattiana, Matelea mutisiana, coralito (Galium hypocarpium) y Galium canescens.

Sobre las ramas y troncos de los árboles crece una cantidad moderada de epífitas vasculares, que incluyen quiches (Tillandsia biflora, Tillandsia denudata, Tillandsia pastensis, Tillandsia turneri, Tillandsia sp., Vriesea sp. nov.) y helechos (Pleopeltis macrocarpa, Pleopeltis murora, Serpocaulon sessilifolium). Creciendo como epífitas a baja altura sobre el suelo (casi siempre a menos de 3 m) se ven orquídeas como Stelis spp., Acianthera polystachya, Epidendrum excisum, Lepanthes monoptera, Lepanthopsis peniculus, Myoxanthus melittanthus y Platystele oxyglossa.

En los estratos bajos abundan ericáceas como la uva de monte (Cavendishia nitida), uva de anís (Cavendishia bracteata) y uva camarona (Macleania rupestris). También otros arbustos como amargoso (Ageratina asclepiadea), tuno esmeraldo (Miconia squamulosa), tuno (Miconia ligustrina) y ojos de perdiz (Rhamnus goudotiana, Rhamnus sphaerosperma). En algunos sectores hay cantidades moderadas de chusque (Chusquea scandens).

El suelo del bosque está cubierto por gruesos colchones de musgo, siendo particularmente desarrollados los que forma el Hypnum amabile. Sobre estos crece una gran cantidad y variedad de orquídeas, destacándose Cyrtochilum revolutum, Elleanthus sp., Gomphichis cundinamarcae, Pleurothallis cf. bivalvis, Stelis galeata, Stelis pittieri, Stelis spp., Masdevallia coriacea, Cranichis diphylla, Ponthieva ochreata, etc.

El suelo relativamente bien iluminado de este bosque de porte bajo, cubierto con estos colchones de musgo, resulta adecuado como lugar de crecimiento de las bromeliáceas epífitas nombradas arriba; cuando caen al suelo por su propio peso o al romperse las ramas en las que crecen, se van enderezando por sí mismas, acomodándose a su nuevo hábitat terrestre, donde continúan creciendo, floreciendo y produciendo semillas.

Otras especies herbáceas presentes en el piso del bosque son helechos (Elaphoglossum spp., Pteridium arachnoideum, Serpocaulon funckii, Serpocaulon levigatum, Niphidium cf. mortonianum), caminadera (Diphasiastrum thyoides) y Peperomia spp.

Por evidencias como el tipo de suelos, el lento crecimiento de las especies presentes que se ha observado a lo largo de las décadas y la gran abundancia y diversidad de un grupo indicador de madurez del bosque como es el de las orquídeas, se puede estimar que este bosque, aunque de porte bajo, tiene siglos de crecimiento acumulado. Es maduro, pero no intacto, pues de él se pudieron haber sacado ciertos ejemplares y especies de maderas más finas y mayor porte… quizás hasta acabar con los ejemplares adultos de ciertas de estas especies que pudieron haber crecido aquí en el pasado.

Así, hoy no hay presencia en este bosque (pero sí en otros cercanos) del pino hayuelo (Prumnopitys montana). Cerca de los límites más bajos de este ecosistema crecen hasta hoy ejemplares adultos y juveniles de aguacatillo (Persea mutisii), ruache (Prunus buxifolia), chuguacá (Hieronyma rufa), arrayán negro (Myrcianthes rhopaloides) y calabacillo (Meliosma arenosa), todas las cuales pudieron haber sido especies más prevalentes en este bosque en el pasado.

En sectores de este bosque de encenillos hay actualmente indicios de regeneración espontánea de especies como cedro (Cedrela montana), gaque (Clusia elliptica) y arrayán negro (Myrcianthes rhopaloides), lo que hace pensar que este hábitat, aunque no vaya a desarrollarse hasta alcanzar un gran porte, con el tiempo sí puede llegar a repoblarse con una mayor variedad de especies de bosque maduro.

Hacia el límite entre este bosque de encenillos y la vegetación de matorral-rosetal de las laderas rocosas del cañón, es claro cómo los árboles rápidamente disminuyen de porte, se reduce el número de plantas epífitas y, en general, se reduce la diversidad de especies de plantas del sotobosque. Además, empiezan a aparecer especies de porte pequeño que requieren abundante luz para crecer. A pesar de estas diferencias, es notorio cómo el bosque de encenillos y el matorral-rosetal del cañón comparten muchas especies. Y no es difícil imaginar cómo, en lugares donde esta vegetación de las laderas del cañón logra, tras décadas o siglos de crecimiento, ir acumulando suficiente materia orgánica en el suelo, su vegetación va incrementando gradualmente su porte hasta convertirse precisamente en un bosque de encenillos como el aquí descrito.

RIQUEZA DE ESPECIES
Un área de 1000 m2 de vegetación de este bosque de encenillos se encontró albergando 69 especies de plantas vasculares, todas ellas nativas propias de bosques y matorrales.

NOTAS SOBRE LA FAUNA
Este bosque de encenillos es usado como hábitat por algunos mamíferos de tamaño mediano, como el fara (Didelphis pernigra), cusumbo (Nasuella olivacea) y zorro (Cerdocyon thous). Es posible que aquí también se encuentren el tigrillo (Leopardus tigrinus) y borugo o tinajo (Cuniculus taczanowskii); posiblemente se necesite recurrir al uso de cámaras-trampa para verificar la presencia de estas dos últimas especies.

También se encuentran aquí la ardilla (Sciurus granatensis), musaraña (Cryptotis thomasi), ratones (por ejemplo Thomasomys) y posiblemente murciélagos, entre ellos vespertiliónidos comedores de insectos y quizás algún glosofagino del género Anoura, comedor del néctar de ericáceas y otras flores.

En el bosque se encuentran en forma ocasional pavas de monte (Penelope montagnii), que han ido llegando a la finca en los últimos 5 años (pues antes se encontraban ausentes de este lugar). Otras aves que comen frutos y dispersan sus semillas son la torcaza collareja (Patagioenas fasciata), mirla (Turdus fuscater) y clarinero (Anisognathus igniventris).

Los pinchaflores (Diglossa cf. humeralis y Diglossa cyanea) usan su pico ganchudo para acceder al néctar de ericáceas y otras plantas del bosque. El tiranuelo (Mecocerculus leucophrys) sigue pequeñas bandadas mixtas que pueden incluir tangaras, reinitas y otras aves pequeñas. Entre las aves que recorren y esculcan entre la vegetación de sotobosque de este hábitat están el gorrión montés (Atlapetes schistaceus) y el cucarachero rufo (Cinnycerthia unirufa). El tapaculo (Scytalopus griseicollis) brinca por el suelo y las ramas más bajas de la espesura.

Varios colibríes son frecuentes en el bosque, recorriéndolo en busca del néctar de arbustos y trepadoras dispersos. Entre ellos se cuentan Coeligena bonapartei, Eriocnemis vestita, Ensifera ensifera, Colibri coruscans y Metallura tyrianthina.

El gavilán o azor (Accipiter striatus) se observa en ocasiones en parejas, remontándose en vuelo sobre este bosque, vocalizando ruidosamente. Es posible que anide aquí. De resto, permanece oculto entre el sotobosque, lanzándose en rápido vuelo para perseguir a las aves de las cuales se alimenta.

Otro depredador del bosque es el pequeño búho o mochuelo (Glaucidium jardinii), que también acecha aves pequeñas, oculto entre la vegetación. El canto de esta especie se escucha con más frecuencia al amanecer o al atardecer.

Sobrevolando el área se observan parejas o familias de águila de páramo (Geranoaetus melanoleucus), que bajan regularmente de las laderas más altas cercanas a la finca.

Entre los insectos, destacan las mariposas satirinas, de tonos predominantemente oscuros, que revolotean en las horas de más sol, sobre todo en claros y bordes donde abunda la planta nutricia de sus orugas: el chusque. Hacia la copa de los árboles vuelan mariposas Catasticta y Leodonta, que buscan plantas parásitas de las familias de las santaláceas (Dendrophthora), lorantáceas (Gaiadendron) y eremolepidáceas (Eubrachion) para poner sus huevos.

Otras especies que revolotean en la parte alta del bosque, buscando la floración de árboles y lianas para tomar su néctar incluyen a Altinote trinacria, Dione glycera y hespéridos (Serdis, Thespieus).

Sobre las plantas florecidas del dosel también se encuentran la abeja doméstica (Apis mellifera) y el abejorro amarillo y negro (Bombus hortulanus), polinizadores importantes de estas especies. Ocasionalmente también se observa al abejorro rojo de páramo (Bombus rubicundus), que baja de las altas montañas vecinas.

Libando flores del dosel se observan avispas ocasionales.

Las moscas taquínidas son comunes y se las observa posadas en la vegetación soleada de bordes y claros, así como visitando una variedad de flores de árboles, trepadoras y arbustos. En los estratos bajos del bosque se observan pequeñas moscas drosofílidas, que son las polinizadoras principales de las orquídeas de estos bosques altoandinos.

Entre la hojarasca y musgo del suelo se observan invertebrados como colémbolos, dipluros, escarabajos carábidos, pequeñas cucarachas e isópodos. Aquí en el suelo también se encuentran ocasionalmente conchas vacías de un caracol del género Plekocheilus, habitante de este lugar.

AFINIDADES CON OTRAS LOCALIDADES
En la parte alta de los cerros alrededor de Bogotá es bien conocida la dominancia de bosques donde el mismo encenillo de la finca El Cerro (Weinmannia tomentosa) es el árbol principal. Esta dominancia es interesante, pues, en su forma de nacer, el encenillo tiene una historia de vida diferente a la de muchos otros árboles dominantes en bosques maduros.

En lugar de tener semillas grandes que germinan bien con poca luz, produciendo plántulas de buen tamaño que se desarrollan durante años a la sombra del sotobosque, como pasa con lauráceas, podocarpáceas, rosáceas, mirtáceas, sabiáceas, etc., el encenillo produce multitud de semillas diminutas, que nacen entre el musgo de terrenos rocosos y en la tierra arcillosa de los barrancos. Aunque sus plántulas pueden germinar en condiciones de luz algo tenue, muy pronto (cuando apenas tienen unos pocos centímetros de altura) requieren de luz relativamente abundante para poder crecer; de lo contrario, se estancan y terminan muriendo.

La actual dominancia de encenillos en muchos bosques puede significar que desde hace siglos o milenios, sus suelos son pedregosos, ácidos y pobres, lo que impide el desarrollo de árboles de gran porte y permite que entre luz hasta el suelo, condiciones que favorecen el desarrollo de ciertos musgos y que sirven como lugares de germinación ideales para las plántulas de encenillo.

En otros lugares, esta dominancia también podría indicar que muchos bosques de encenillo actuales no existían hace varias décadas, incluso algunos siglos… En estos lugares habrían crecido matorrales degradados, quizás pastoreados, con helecho marranero, ericáceas, arbustos de la familia de las asteráceas, etc. Sitios ideales para que, una vez que la presión de pastoreo, tala y quema cesó, los encenillos que germinaban y crecían aquí, pudieran desarrollarse hasta dominar en el dosel.

También es posible que antiguos bosques maduros de laderas altas, con una mayor variedad de especies de árboles, hubieran sido sometidos a tala selectiva de los ejemplares mayores y de las mejores especies maderables, como pinos hayuelos, amarillos, arrayanes y ruaches. Esta tala podría haber dejado espacios abiertos que las plántulas del encenillo supieron aprovechar hasta convertirse en la especie principal.

Sea como sea, bosques de este encenillo Weinmannia tomentosa, muy similares al aquí descrito para la finca El Cerro, dominan ahora en las montañas de Subachoque, por encima de 2900 m de elevación.

También en otros lugares de la Sabana, a elevaciones similares, por ejemplo en Tabio, Bogotá, Chía, La Calera, Sopó, etc. Hacia regiones más húmedas, con bosques más conservados, este encenillo sigue siendo un elemento común en el dosel, pero aparece entremezclado con una mayor variedad de especies (sobre todo las señaladas en la descripción anterior, del Bosque húmedo y maduro de la quebrada alta).

Se puede ver así en los cerros de Torca en el extremo norte de los Cerros Orientales de Bogotá, hacia los bosques nublados de las laderas altas de San Francisco, en Choachí, Guasca, etc.

Publicado el septiembre 15, 2020 02:38 MAÑANA por mateohernandezschmidt mateohernandezschmidt

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