​​​Observar aves, desde las corpulentas y majestuosas hasta las pequeñas y ordinarias, constituye un ejercicio ancestral que transita entre una práctica científica y una actividad poética. Mirar, admirar aves antaño, al igual que distinguir las señales del cielo y la tierra, era un medio para interpretar y predecir fenómenos como el clima y para guiar tareas como la agricultura y la caza. Ahora, observar aves puede ser un pasatiempo y una terapia ocupacional, pero sobre todo, abre la posibilidad de percibir los guiños, los susurros de la inmensidad infinita del universo que mediante el prodigio del vuelo, la maravilla del trino y el deslumbrante colorido del plumaje se revela en un pájaro (Jorge Díaz Ávila).

Licenciado en Comunicación, diplomado en Periodismo, Publicidad, y Fotografía; Maestro en Administración y Mercadotecnia. Ejerce la fotografía como vocación lúdica y como una forma de expresión para manifestarse en favor de la protección y la conservación de la naturaleza.

En el año 2013 presentó la muestra fotográfica “Aves Urbanas de Toluca” y a partir de entonces conjuga dos de sus grandes pasiones –la fotografía y la ornitología- para fomentar el respeto de la vida animal a través de su conocimiento y apreciación.